La Apostilla de la Haya. El pasaporte de los documentos.

Imagen del blog sobre lingüística. Apostilla de la Haya. Fotografía panorámica del Palacio de la Paz de La Haya. De estilo renacentista, consta de dos pisos principales. La planta baja está conformada por una gran arcada. La primera planta posee grandes ventanales. En el tejado se pueden observar varios niveles de buhardillas. El edificio está flanqueado por dos torres, la de la izquierda con reloj y campanario.

Todo documento que vaya a ser utilizado en el extranjero debe contar con la Apostilla de la Haya.

Esta apostilla da validez internacional al documento certificando la autenticidad de las firmas y cargos de las personas en él mencionadas. De esta forma si por ejemplo tenemos un expediente académico de una universidad, podemos darle validez internacional apostillándolo.

En el caso de los títulos académicos, muchos ya cuentan con certificados electrónicos para constatar su validez. Sin embargo, no todos los países aceptan estos certificados; por lo que es conveniente consultar antes si es necesaria la apostilla o no.

Cuando un documento está en un idioma distinto al del país de recepción, normalmente se solicita que se acompañen con una traducción jurada. Si por ejemplo vamos a entregar un título de Estados Unidos a una universidad española, además de la apostilla deberá el acompañado de su correspondiente traducción jurada.

No todos los países reconocen la Apostilla de La Haya ya que han de estar adscritos al Convenio del mismo nombre de 1961. Sin embargo, dado que este convenio ha sido ratificado por 107 países, es complicado encontrarse con un país que no las acepte como por ejemplo, Corea del Norte o Zimbabue.

Fuente de la imagen:

HTTP://STATIC.DIARIO.LATERCERA.COM/201107/1303340.JPG

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Subtitulado III. (Especifico para personas con discapacidad auditiva)

En el presente blog hemos visto cómo crear y traducir subtítulos. Sin embargo, existen unos subtítulos específicos que se deben mencionar a parte. Son los subtítulos adaptados para personas con discapacidad auditiva.

La característica que tienen es que además de los diálogos deben incluir información sonora. En ocasiones el ladrido de un perro, la apertura de una puerta, o un teléfono que suena condicionan el diálogo que se está teniendo en pantalla. Las personas sordas no perciben esta información por lo tanto es necesario añadirla al subtitulado.

Esta información debe colocarse en la parte superior derecha de la pantalla entre corchetes como se ve en el ejemplo.Imagen del blog de traducción. Subtitulado para personas sordas. Ejemplo de subtitulado para personas con discapacidad auditiva con acotaciones sobre sonidos en la esquina superior derecha

La información sonora que se incluye en este tipo de subtitulado debe reflejar cualquier sonido necesario para la comprensión de la trama, diálogos, o reacciones de los personajes. Sin embargo, en muchas ocasiones existen sonidos ambientales que es aconsejable incluir, ya que nos ayudan a tener una experiencia más rica de la historia; como por ejemplo canto de pájaros, sonidos de animales, o sonidos meteorológicos.

Para consultar qué se debe incluir en este subtitulado y cómo se debe hacer existe la norma UNE 153010:2012 Subtitulado para personas sordas y personas con discapacidad auditiva que se puede descargar desde la página Web de AENOR.

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Otra forma de escribir 33a y no morir en el intento.

Imagen del blog de traducción. Otra forma de escribir 33a y no morir en el intento. Fotografía del número 33 en dorado sobre una puerta.

El otro día un pequeño incidente me hizo reflexionar sobre la manera en la que trabajamos. Una compañera me comentó que mi procesador de textos debía tener algún problema, ya que en varios de los textos que le había enviado faltaban palabras y aparecían los números 33o y 33a, por lo que el texto a veces era confuso.

Lo que mi compañera no sabe es que un servidor a veces peca de vagancia. ¿Se han planteado alguna vez lo complicado que es escribir “lingüística”? Hasta la letra G todo va bien, pero a partir de ahí es donde todo es caos. La combinación de teclas “mayúscula-tilde-U-tilde-I” nos deja, a los que escribimos con 10 dedos, el meñique y el anular destrozados.

La vagancia, que agudiza el ingenio, me hizo pensar una solución. Cada vez que quiero escribir “lingüística” escribo 33a, y cada vez que quiero escribir “lingüístico” pongo 33o. Después con la función “buscar y reemplazar” sustituyó 33 por “lingüístic”. Este proceso puede parecer complicado; pero créanme, cuando en un texto aparecen más de 25 veces esas palabras nuestros dedos se resienten.

Así que, si en algún texto de este blog o en cualquier otro texto que escriba encuentran un 33, ya sabrán que ese día “la pereza puede más”.

 

Fuente de la imagen:

http://farm1.static.flickr.com/39/120450736_05c7130959.jpg

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Subtitulado II. (Traducción)

Imagen del blog de traducción. Traducción de subtítulos. Pantallazo de una aplicación para traducir subtítulos. En distintas columnas aparecen de izquierda a derecha los códigos de tiempo, los diálogos y sus traducciones.

Cuando nos entregan unos subtítulos para traducir, debemos tener claro si ya están minutados o no. De ello dependerá el tiempo que tardemos en terminar nuestro trabajo.

Si el archivo ya está minutado, lo ideal es usar una memoria de traducción para evitar los problemas que se puedan producir si nos equivocamos y cambiamos algo del código que no deberíamos.

La mayoría de los subtítulos se encuentran en formato «.ssa» o «.sub». En realidad son archivos en formato «.txt» con otra extensión, así que podemos abrirlos usando incluso el Bloc de Notas de Windows.

Cuando traduzcamos el contenido tenemos que tener en cuenta la misma norma que cuando se crean, la UNE_153010=2012, que en ella se indican tiempo, longitudes y número de caracteres.

Otro factor a tener en cuenta es la diferencia en la «longitud» de los idiomas. Si traducimos, por ejemplo, del alemán al español; el segundo ocupará irremediablemente un 20% más.

Estas variaciones pueden imponer un reajuste en los tiempos del minutado, ya que no todos los idiomas pueden leerse igual de rápido. A pesar de que este reajuste debe hacerlo el profesional de la edición de vídeo, conviene que el traductor/a esté atento y le de algunas directrices. Recordemos que los traductores estamos acostumbrados a vivir en un ambiente multilingüe, pero la mayoría de la gente no.

 

Fuente de la imagen:

HTTP://WWW.EBENIMELI.ORG/WP-CONTENT/UPLOADS/2009/02/APERTIUM-SUBTITLES-UBUNTU.PNG

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Subtitulado I. (Creación)

 Imagen del blog de traducción. Creación de subtítulos. Pantallazo del programa de subtítulos Agiedsub en el que se ven las distintas líneas de diálogo, el fotograma correspondiente y la pista de sonido.

Uno de los recursos más utilizados cuando se localiza una Web es la subtitulación de vídeos. Esto nos evita tener que volver a grabar locuciones o crear nuevo vídeos cambiando el idioma; por lo que el proceso es más barato y rápido.

El proceso comienza con la transcripción de lo que se dice en el vídeo; lo locutado. Con ello conseguimos un documento en el que aparece toda la información del vídeo. Sin embargo, una persona puede llegar a comprender hasta 180 palabras por minuto si las oye. Si las lee sólo 140. Por eso es necesario modificar esa transcripción, para poder convertirla después en subtítulos.

La norma internacional que rige el cómo se ha de subtitular es la UNE_153010=2012, que además incluye las acotaciones que se han de añadir para que sean subtítulos accesibles para personas sordas o con discapacidad auditiva. Es importante contar el número de caracteres por línea, ya que no puede superar los 32.

En esta hermosa mañana todos los habitantes del planeta tierra podemos ser felices

– 2 líneas, 83 caracteres. –

En esta hermosa mañana todos los humanos podemos ser felices

– 2 líneas, 61 caracteres –

Una vez que se ha modificado el texto, se debe proceder al minutado; esto es, ajustar el tiempo que debe aparecer cada frase. Este es trabajo de los profesionales de la edición de vídeo; sin embargo, muchas veces somos los traductores los que debemos realizar un primer minutado «a ojo».

Para esto existen muchos programas en el mercado, en algunos los códigos de tiempo se deben introducir a mano. En otros, como en el DivXLand Media Subtitler se introducen de forma visual al pulsar una tecla.

Una vez realizado este paso, se crea un archivo en formato «.ssa» o «.sub» que no es más que un archivo de texto con datos. Este es el archivo que se debe enviar al cliente y que hay que traducir en caso de que sea necesario.

 

Fuente de la imagen:

HTTP://I.YTIMG.COM/VI/KVCMDGJVCI0/MAXRESDEFAULT.JPG

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Google Translate. O cómo culpar al cuchillo del asesinato.

 Imagen del blog de traducción. Google translate. Fotografía de un cartel en español e inglés con el mensaje " Por favor vuelta lejos chaparrones cuando usted es hecho. Gracias".

Google Translate es un servicio de traducción online que nos brinda la posibilidad de saber qué significa un texto es apenas unos segundos. No obstante, no es un servicio que reemplace al traductor profesional.

Tomemos como ejemplo el siguiente texto:

Once upon a time there was a dear little girl who was loved by everyone who looked at her, but most of all by her grandmother, and there was nothing that she would not have given to the child. Once she gave her a little riding hood of red velvet, which suited her so well that she would never wear anything else; so she was always called ‘Little Red Riding Hood.’

Como vemos se trata del comienzo de un cuento infantil muy popular. Utilicemos la herramienta Google Translate para ver qué resultado nos da.

Érase una vez una niña querida, que fue amado por todos los que la miraba, pero sobre todo por su abuela, y no había nada que ella no le habría dado al niño. Una vez que ella le dio una caperucita de terciopelo rojo, que le quedaba tan bien que ella nunca usaría cualquier otra cosa, por lo que siempre se llamó “Little Red Riding Hood.”

El resultado que nos arroja (a la cara y sin miramientos) es comprensible, pero lleno de errores. Esto no significa que la herramienta de Google sea mala, sino que le estamos atribuyendo funciones que no tiene.

Como sabemos, traducir no significa cambiar las palabras de un idioma a otro. Es necesario adaptar el sentido del texto, la gramática, los referentes culturales, etc… y de esto se encarga el traductor. Así pues, Google Translate o cualquier traductor automático es solo una herramienta (y muy potente) para traducir.

Existe la tendencia a pensar que un traductor es una especie de “persona-diccionario” que conoce todo el vocabulario en varios idiomas. Esto no es cierto, ni siquiera un intérprete lo es; la prueba de ello son las innumerables veces que hay que dar rodeos e insertar explicaciones en una interpretación para que el mensaje se pueda comprender.
El traductor trabaja con tiempo y puede consultar las palabras que no sabe, o de las que tiene duda, en un diccionario. Los traductores automáticos lo que hacen es reducir este tiempo de búsqueda, ya que seleccionan la palabra que por probabilidad es más acertada. No obstante, la decisión última es siempre del traductor.

Una gran ventaja de los traductores automáticos es que se pueden integrar en las memorias de traducción como Deja Vú u OmegaT, complementando su trabajo y reduciendo el tiempo de producción del traductor.

Existen muchos ejemplos de mal uso de los traductores automáticos; los encontramos a diario en etiquetas, instrucciones, webs, correos o formularios. Alguien decide ahorrarse al traductor y usa directamente el texto que produce el traductor automático. Esto no solo ocurre en empresas pequeñas o del sudeste asiático. El departamento de migración de los EEUU estuvo entregando durante mucho tiempo este Formulario Seguro Médico a los extranjeros que entraban en el país.

 

 

Fuente de la imagen:

http://listas.eleconomista.es/system/lists/000/001/934/medium/Cuando_cae_agua…_te_mojas.jpg?1386116702

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Ayudas tecnológicas para la traducción. Software. Memorias de traducción (I)

Imagen del blog de traducción. Memorias de traducción 1. Imagen del menú principal del programa OmegaT con todas sus ventanas abiertas.

Todo traductor que no se dedique a la literatura sabrá que con el tiempo, poco a poco, todo nos va sonando a lo mismo.

Y es que no nos falta razón, ya que muchas veces lo que traducimos se parece demasiado a lo que se tradujo con anterioridad. Esto llega a su auge cuando traducimos páginas Web o contenidos digitales, ya que muchos son simples corta y pega de otras páginas.

Para acelerar y facilitar el proceso de traducción existen un tipo de programas llamados «Memorias de traducción». Como su propio nombre indica son capaces de recordar qué han traducido antes y ofrecernos la repuesta evitando que tengamos que teclear de nuevo. Pueden, además, separar del texto a traducir todo lo que no sea necesario, como códigos de formato, marcas de texto, código HTML, etc… dejando el texto plano y segmentado por frases.

El referente en este tipo de productos es SDL Trados, de hecho es quién marca el estándar internacional. Sin embargo, antes de meternos a trabajar con algo tan potente, podemos empezar con una herramienta mucho más asequible, OmegaT.

OmegaT es un programa de código abierto, es decir, gratuito y de libre uso; por lo que es ideal para una primera toma de contacto. Incluye un extenso manual de uso, aunque si se tienen dudas en Internet se pueden encontrar infinidad de tutoriales.

Posee las funciones más comunes y necesitadas: conexión con traductores automáticos, creación de ficheros TMX, revisión de errores de código, etc…

Puede descargarse desde aquí.

Una vez familiarizados con el proceso de traducción con memoria, podemos dar el siguiente paso. Aprender a gestionar un proyecto de traducción con varios intervinientes.

 

Fuente de la imagen:

HTTP://VIGNETTE3.WIKIA.NOCOOKIE.NET/OMEGAT/IMAGES/5/5A/OMEGAT_WITH_ALL_TABS_OPEN.PNG/REVISION/LATEST?CB=20120624175801

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Ayudas tecnológicas para la traducción. Hardware

En tiempos que corren el uso de nuevas tecnologías es imperioso para cualquier traductor.

Lo más probable es que cualquier cliente nos haga llegar los archivos que desea traducir de forma digital.  Por eso es importante contar con las herramientas adecuadas para facilitar nuestro trabajo y no retrasarnos en la entrega. Sobre los programas que nos facilitan el trabajo hablamos en el post Software. En este nos centraremos en la parte física del ordenador (Hardware).

Como es natural, las traducciones deben hacerse a ordenador; de nada sirve entregar manuscritos que luego han de ser copiados a ordenador por un grabador de datos que puede, o no, meter la pata. Prácticamente cualquier ordenador del mercado sirve para nuestro propósito, solo necesita tener potencia suficiente como para que un procesador de textos pueda correr. No obstante, para evitar el caos es muy recomendable contar con una pantalla grande o una pantalla múltiple. Este tipo de pantallas son utilizadas en profesiones que requieren consultar a la vez gran cantidad de datos: agentes de bolsa, policía, editores de vídeo, etc…

Los principales sistemas operativos del mercado (Windows, osX y Linux) aceptan sin problemas este tipo de configuración. Así, podremos tener en nuestra pantalla central el trabajo que vamos realizando, por ejemplo la traducción de una página Web con una memoria de traducción. En nuestra pantalla izquierda el original que consultaremos; si como hemos dicho, se trata de una Web, podemos ver el contexto y situación de los elementos. Y por último, en nuestra pantalla derecha podremos ver el resultado de nuestro trabajo.

Esto nos permite trabajar y ver las tres partes del proceso a la vez sin necesidad de estar cambiando de ventana, con el consiguiente lío. Muchas veces no sabemos qué estamos viendo (original, traducción o prueba) por el continuo cambio de ventana.

Imagen del blog de traducción. Ayudas tecnológicas para la traducción. Hardware. Imagen de un ordenador con tres monitores colocados en paralelo. El escritorio de Windows se extiende por los tres.

Ejemplo de uso de tres monitores paralelos.

Fuente de la imagen:

http://static.blogo.it/tecnologiablog/escritorio/00_500x_3787513726_27a226b06d_b.jpg

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